Me senté y escuché, sorprendida por la música más bella que jamás había escuchado. Estaba en el sur de España, en Andalucía, y me encontré sola en un pequeño bar, un rincón oscuro, mesmerizada por los sonidos de la guitarra de un extranjero. Le pregunté a mi vecino, “¿Qué está tocando?” “Una canción de flamenco,” me respondió, “un cante jondo.” De repente, la letra llenó mis oídos.
“De mare de mare
de color de cera mare
tengo yo mis propias carnes
que me ha puesto tu querer
que no me conoce nadie”
de color de cera mare
tengo yo mis propias carnes
que me ha puesto tu querer
que no me conoce nadie”
El cantante dejó de cantar y empezó a hablar, “dedico esta canción a mi abuela, la Niña de los Peines, es su canción. Ella vivió en un tiempo de confusión. Por la primera vez, la sociedad andaluza se dio cuenta de la existencia de las clases sociales. Ella fue una de las primeras cantantes de la música flamenca y su verso estaba dirigido a los políticos. Su tono de frustración es uno de poder.” Y él continuaba cantando.
“Triana Triana
que bonita esta Triana
cuando le ponen al puente
banderas republicanas
cuando le ponen ar puente
la banderita republicanas.”
que bonita esta Triana
cuando le ponen al puente
banderas republicanas
cuando le ponen ar puente
la banderita republicanas.”
El cantante dejó de cantar y comenzó a hablar otra vez. “Idolatró el bandido, sucumbió a los excesos burgueses y a veces, portó banderas republicanas. En las horas finales del dictador, hubo protestas, seguidas por un largo período de silencio.”
Yo estaba en un trance, escuchando una canción muy seria y profundamente conmovedora. Oí una ráfaga de notas y me mareaba cuando traté de ver dónde y cómo sus dedos se movían. El bar estaba lleno de auges rápidos e impresionantes y ritmos apasionados. El músico nos estaba deslumbrando con su espontaneidad y profundidad emocional, me sentí como si estuviera sumergida en una mezcla de música jazz, blues, y otros ritmos desconocidos. La guitarra era más un acompañamiento de percusión que algo que había oído antes. Mis pensamientos se perdieron en la música y empecé a darme cuenta de lo que me rodeaba.
El bar estaba decorado con mosaicos llamativos y una pared estaba llena de hierro forjado ornato y grandes barricas de roble. Vi las corridas de toros pasadas proyectado en los carteles. El techo era una serie de vigas de madera decorada con vasijas de cerámica vidriada en colores diferentes y una variedad de cobre. Comencé a sentirme incómoda en la silla de respaldo alto andaluz, estaba cubierta de seda, un “mantón de manilla” pero mi atención se rompió de nuevo cuando empezó a cantar otra vez. Era poderosa, era hermosa, era inolvidable.
“No te metas en quereres
porque se pasa mucha fatiga
mira si vivo con pena
que estoy muerta estando viva
Calabazin calabazón
que a este bichito
que lo mato yo”
porque se pasa mucha fatiga
mira si vivo con pena
que estoy muerta estando viva
Calabazin calabazón
que a este bichito
que lo mato yo”
Después de la canción me senté hipnotizada por horas mientras él continuaba tocando. La letra bailaba en mi cabeza y los sonidos llenaban mis oídos. Yo estaba enganchada. Me pasé el resto de mi tiempo en Andalucía persiguiendo ese sonido, pero nada era tan profundo como la vieja canción de la Niña de Los Peines.
*La canción es real. Se llama “Banderas republicanas” y fue escrita por la Niña de Los Peines.
¿Es una experiencia actual en tu vida o no? De cualquier manera, me gusta esta historia porque creo que a cualquier persona que le gusta la música ha experimentado algo así. Es interesante que cada persona disfruta un tipo de música diferente y que hay tantos tipos diferentes. ¿Qué tipo de música de tu favorita? ¿Qué piensas sobre el baile flamenco con la música? ¿Crees que funcionan bien juntos o tu prefieres la música? ¿Qué es tu lugar favorito para escuchar la música?
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